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Recuerdo a un compañero de instituto que cuándo nos preguntábamos qué era lo que más nos interesaba acerca del futuro, él decía que tenía una tremenda curiosidad por ver cómo avanzaría la ciencia y qué nuevos descubrimientos iríamos viendo cuando fuésemos mayores.
En aquel momento mis inquietudes no iban por esos derroteros, la verdad. Pero actualmente me acuerdo mucho de sus palabras al ver las nuevas ideas que se incorporan en el mundo del movimiento y técnicas o conceptos que contradicen metodologías anteriores y las echan por tierra.
Todo esto viene porque vamos a hablar de la postura y de las emociones. Y lo haremos en ese orden. Ahora entenderás por qué.
Este post gira alrededor de una de las ideas que Nazareth Castellanos expone en su libro El espejo del cerebro, la cual habla de que los cambios a nivel postural van a desencadenar cambios en nuestras emociones.
“No lloro porque estoy triste, estoy triste porque lloro” William James. Filósofo
La tendencia más natural es que primero me pongo alegre o triste por un motivo “X” y en consecuencia sonrío o lloro, expresando esa emoción. Hasta aquí todo normal.
Pero lo fascinante es que si le das la vuelta, también funciona. Y está comprobado. Si yo fuerzo una sonrisa, voy a activar las conexiones neuronales implicadas en que me sienta alegre, por ejemplo. Quizás parece obvio. Y la persona que se haya parado a pensar o a experimentar sobre ello quizás se haya dado cuenta. Lo bueno, es que esto ya no es una hipótesis.
Por la parte que me toca, me alegra tener la certeza de que al recuperar, por ejemplo, posturas cifóticas, alicaídas, con la cabeza u hombros adelantados, no solo estaremos mejorando la biomecánica y la prevención de lesiones, sino que migraremos nuestro estado emocional a uno más positivo.
Nazareth Castellanos dice en su libro:
“Estar encogido conlleva dinámicas neuronales propias de tristeza o abatimiento, con el consecuente deterioro de la memoria”
“La zona del cerebro más involucrada en la idea que tenemos de nosotros mismos es también la zona que procesa la postura corporal”
Esa zona se llama ínsula y está comprobado que crece, por ejemplo, al practicar Yoga. Me parece maravilloso que podamos variar la plasticidad del cerebro a través del ejercicio físico.
Si todo resto resuena contigo, te animo a que entrenes, a que mejores tu postura con Pilates, con Yoga, con entrenamiento natural o con lo que a ti te sirva. Cada uno podemos necesitar unas herramientas diferentes. Lo importante es que practiques lo que practiques tengas en cuenta 4 parámetros que mejorarán tu movilidad: la frecuencia, la intensidad, la duración y la posición.